jueves, 13 de octubre de 2011

Niños, tecnología y edutainment

Tarde o temprano, los más peques de la casa van a cansarse un poco del dominó de animales, los ladrillos o el Twister, y aunque no los van a abandonar por completo, es probable que soliciten un upgrade. En concreto, reclamarán probar alguna forma de entretenimiento digital, en especial si son testigos de cómo se divierte algún hermano mayor, compañero de escuela o incluso los propios padres. Hoy por hoy son varios los caminos por los que el niño puede hacer sus primeros pasos en el mundo de los videojuegos. Las opciones están literalmente al alcance de la mano. A distancia sideral de lo que era el GameBoy hace unos años, hoy cualquier smartphone cargado con Angry Birds o similar puede convertirse en un objeto de deseo irresistible para las pulguitas inquietas.

Pero también es en esta etapa cuando suelen aparecer las primeras dudas paternas. Todo el mundo sabe que los chicos de hoy se familiarizan con la tecnología a una edad muy baja, pero, ¿cuán temprano es demasiado temprano? Esta es una pregunta legítima y sobre la cual aconsejamos detenerse todo el tiempo que sea necesario. La respuesta no es fácil ni trivial, sin mencionar que está lejos de ser única. Por el lado de la prudencia, aunque sólo contemos con la intuición en lugar de datos realmente significativos sobre este mundo de entretenimiento virtual que nació y floreció hace apenas unas décadas, sabemos que ya existen varios estudios realizados en el mundo desarrollado que llaman a poner más atención sobre la aparente inocuidad de la diversión interactiva, espoleada por una tecnología que crece año a año en sofisticación y alcance. Y que promete influir más en el hogar que la misma TV. Es un entorno vertiginoso y cambiante, de apuestas -y por lo tanto intereses- enormes (los videojuegos más populares llegan a superar en valor y rentabilidad a varias superproducciones de Hollywood) que nos puede pescar desprevenidos, o directamente abrumados. Pero si hay algo en lo que siempre podremos confiar es en el valor de una decisión informada, y de la prudencia cuando la información es escasa.

Desde nuestra experiencia, estamos convencidos de que el inmenso y muy variado mundo de los videojuegos encierra enormes satisfacciones y oportunidades de diversión y aprendizaje para todos los integrantes de la familia. Pero también que entraña ciertos riesgos muy reales que tienen que ver con un componente de adicción, ansiedad e incluso alienación, y que no tienen comparación directa con las otras formas de entretenimiento de la actualidad, incluso considerando los excesos en cada caso. En un mundo que pone creciente presión para hacer que los niños entren en la categoría de consumidores activos desde antes de dejar el chupete, no es un dato para tomarse a la ligera.

Por supuesto que no todo
el Edutainment es digital, ni
está dirigido exclusivamente a niños
.
Pero supongamos que queremos aprovechar ese deseo natural del niño y acercarle una opción adecuada a su edad. Uno de los impulsos clásicos es presentarle algún juego libre de violencia o competencia y que estimule su percepción o cumpla algún fin educativo adicional, sobre todo si hablamos de niños en edad pre-escolar. Ya de por sí el campo se acota bastante pues el software de edutainment (contracción de los vocablos education y entertainment) no sólo no goza de demasiada popularidad ni aparece en las publicidades televisivas, sino que sus mismos objetivos le plantean un desafío más complejo. El mismo intento de caminar la cuerda floja entre lo pedagógico y lo llanamente divertido es una tarea extremadamente difícil de cumplir sin terminar supeditando uno de estos objetivos en desmedro del otro. Allí le esperan al niño -quien, encima, probablemente se dé cuenta de la triquiñuela- el aburrimiento y el desinterés.

Eso sin contar que tal vez se sienta traicionado. ¿No le prometimos un juego, y no una clase de matemáticas mal disimulada?

Es por eso que los intentos que tienen éxito y realmente logran captar la imaginación de los pequeños merecen ser rescatados de su oscuridad. En futuros posts trataremos de presentar los mejores que pasaron por nuestras manos (y manitas) y que cumplieron la función esencial de entretener, pero dejando siempre algo más.

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