martes, 18 de diciembre de 2012

Pipo contra los profes particulares


Ya parece que habrá que acostumbrarse a un escenario repetido cada vez que nos aproximamos al fin de año escolar: chicos en peligro de reprobar o llevarse materias, madres al borde de un ataque de nervios, llamadas a toda hora en busca de datos de algún profesor bueno, etc. Y cada vez que soy testigo de una escena similar me digo "¡qué lástima que estos chicos no conocieron a Pipo!" (inmediatamente después del infaltable "¿¡pero qué hacen en la escuela, digo yo!?)

Para explicar mi lamento tengo que remontarme casi una década atrás, cuando Santi 3.0 se sentaba en las rodillas de su tía Meche y visitaban juntos el sitio de Pipo en internet: www.pipoclub.com (en ese momento estaba también disponible el de Plaza Sésamo, pero en inglés: de allí por lo menos extraían canciones). Allí fue nuestro primer contacto con Pipo y el comienzo de una relación muy fructífera entre él y nuestros niños.

Como dijimos en un post anterior, el edutainment debe ser uno de los géneros más difíciles de delimitar y de conquistar. La clave está en el equilibrio. Para un niño (y a menos que empiece desde temprano; me referiré más adelante a esto) la idea de un software que utilice juegos para enseñar es más o menos comparable a una estafa. El diseñador de un juego educativo nunca puede perder de vista el norte del entretenimiento. Si mi experiencia con los juegos de tablero ha servido de algo, es demostrarme con qué facilidad los niños asimilan contenidos ad-hoc que no son necesariamente el objetivo; una vez que el chico de 6 años puede sumar con rapidez puntajes en el Carcassonne, o planear un turno por anticipado en Stone Age, o recordar y utilizar correctamente las habilidades de cada personaje en Citadels, por ejemplo, se ha logrado un avance difícil de reproducir en el aula, a un costo nulo, y sin que el chico se haya percatado.

A mi entender, la serie Pipo aceptó el desafío con resultados muy notables. Los primeros títulos aparecieron en España a mediados de los '90, publicados por Cibal Multimedia en formato de CD-ROM. A medida que la popularidad del personaje iba creciendo fueron lanzando más títulos en distintas áreas, y una década más tarde se creó el sitio web con la sección online, que hoy -dice el sitio- incluye casi 5000 juegos.

Juega con Pipo en la Ciudad,
uno de los favoritos en casa.
Nosotros nos limitamos a los lanzamientos en CD. La lista de títulos nos da una idea de los temas y de los niveles, que están divididos en cinco ciclos: "Peques", Infantil, 6-8, 8-10 y 10-12 años. Entre los básicos se encuentran Mis primeros pasos con Pipo, Aprende a leer con Pipo, Imagina y crea con Pipo, Juega con Pipo en la ciudad, etc., mientras que los más avanzados, dirigidos a los últimos grados de la primaria, abordan materias como historia, geografía, idiomas, etc. Está también la serie de Matemáticas que ofrece desafíos ambientados en distintas regiones y tiempos: Pipo en la Edad Media, Pipo y los vikingos, Pipo en el Imperio Maya, etc.

Pipo es un niño de gorra calada al revés que recorre junto a su hermana Cuca las distintas asignaturas del calendario escolar. Cada título está dirigido a un segmento de edad distinto y no guardan relación entre sí, es decir que no hay hilo conductor. Pipo y Cuca son simplemente los anfitriones de cada viaje. Hay que decirlo: el aspecto multimedia es bastante primitivo. Los gráficos y la animación son adecuados, pero innegablemente básicos, al igual que las voces y los sonidos. Todo parece ser obra de un equipo liderado por dos personas que suponemos llevan las tareas principales: Fernando Darder y Eva Barceló. Darder está a cargo también del área psicopedagógica.

Donde triunfa Pipo es en el gameplay. Cada CD aborda distintas áreas -y algunos se centran exclusivamente en una, como la música- por medio de distintos juegos. En ellos encontramos actividades memóricas, de reconocimiento visual, de comparación de patrones; en fin, de todo lo que está presente en un edutainment que se precie, sin descuidar las actividades que son puramente creativas, como por ejemplo las de coloreado de figuras. La absorción de conceptos se logra por la repetición y el refuerzo positivo. Cada juego incluye normalmente 3 niveles de dificultad, que suelen aumentar la complejidad y/o la variedad de los problemas. En los títulos más avanzados, como los Vikingos o los Mayas, existen elementos coleccionables que el jugador puede recolectar ganando distintos desafíos. La interfaz es clara, colorida y los problemas están disimulados bajo juegos relevantes a la ambientación elegida. La dificultad en estos últimos títulos alcanza niveles considerables... ¡hasta a mí me costó resolver algunos problemas de fracciones!

Estudiando ángulos con los vikingos
Claro que estoy exagerando cuando me lamento por la cantidad de niños que se perdieron Pipo y ahora enfrentan tiempos difíciles en la escuela. Como pasa con la iniciación a los juegos de tablero, ningún programa, herramienta o método por sí solo hacen mucha diferencia sin la presencia y el seguimiento paternos, o del tutor/encargado. La experiencia que tuvimos en casa nos sugiere que el edutainment rinde mejores frutos si se introduce a una edad temprana, digamos 4-5 años, cuando las limitaciones del software son invisibles al niño y todavía no está condicionado a un tipo de entretenimiento que prioriza la sobrecarga sensorial. En sus niveles más elementales, Pipo recrea digitalmente los libritos "de actividades" que invitan al niño a pintar, unir, completar, con el atractivo adicional de que se hace en la compu, la misma donde pasan tanto tiempo padres y hermanos. Las edades a partir de los 10 años se hacen más complicadas en el sentido del atractivo para el niño: a esta edad ya ha recibido probablemente influencias de juegos pensados para más adultos. Crecen las pretensiones, expectativas, y puede hacerse cada vez más necesario un sistema de límites juicioso. En nuestro caso, el círculo se trazó (y se sigue trazando) frente a todo lo que represente consumo electrónico, que está sujeto a reglas y horarios; flexibles, pero concretos. Sin embargo, explícitamente dejamos afuera a Pipo, que estaba siempre disponible si así lo querían nuestros hijos. Esta fue nuestra carta de triunfo. Podríamos decir que los títulos de Pipo fueron acompañando así su crecimiento cognitivo a un ritmo que favorecía la asimilación.

Algunos CDs anteriores tenían problemas para ejecutarse en Windows XP o Vista; eso se ha corregido en las nuevas versiones. Es más, el sitio de Pipo Online ofrece demos y ahora -por fin!- descargas digitales. En la Argentina, hemos visto copias físicas originales de Pipo en la juguetería DidactiKids (www.didactikidsweb.com.ar), y cada tanto se encuentran en MercadoLibre.

No es sólo para chicos (Cuca se prueba vestidos en inglés)
Un CD de Pipo es también una opción excelente para un regalo navideño. Nos gusta ver que el emprendimiento ha trascendido sus inicios y se convirtió en un proyecto educativo que está involucrando escuelas en España y EUA. Que este post sirva para expresar nuestra gratitud por las influencias positivas sobre nuestros niños. Pipo ofrece un entorno amable donde se estimulan la creatividad y la perseverancia para la resolución de problemas, y lo logra sin una pizca de condescendencia o, como se ocupan de aclarar en su sitio, peligro de generar ningún tipo de adicción.

Claro que no es el único edutainment que funcionó de maravillas en casa, como veremos más adelante si los astros así lo permiten y si los mayas no tenían razón después de todo.